La duda sobre si constituirse en autónomo o formar una SL es una de las primeras encrucijadas que muchos emprendedores encuentran en su camino. Realmente no existe una fórmula matemática que permita decidir con precisión la forma jurídica más adecuada para comenzar con tu empresa. En la decisión influyen factores económicos, personales y comerciales, que debes valorar de cara a tomar la decisión adecuada. Un primer aspecto muy importante que debemos tener en cuenta es la imagen que ofrecemos a nuestros clientes. Una SL supone un reflejo más profesional y valorado, los clientes nos miran con mayor confianza y el trato con instituciones es más fluido y sencillo.
La ventaja económica más clara de una SL radica en la responsabilidad del empresario, que es limitada, ya que no responde con su patrimonio personal, solo con el de la empresa, por deudas frente a terceros, mientras que siendo autónomo esa responsabilidad es ilimitada. También debemos apuntar que, a la hora de constituir una empresa, los trámites y costes como autónomo son muchos más baratos y sencillos que los de una SL y el proceso de legalización es mucho más rápido. Puedes conseguir tu alta como autónomo en el mismo día mientras que una sociedad necesita un periodo de entre 5 y 30 días. Ten en cuenta que la aportación económica inicial para una SL exige un capital social mínimo de 3.000 euros, mientras que como autónomo no es necesaria ninguna aportación.
En cuanto a los costes de la gestión, la inversión en gestoría de los autónomos suele ser más bastante más asequible que el de las sociedades por ser su contabilidad mucho más sencilla. A ello debemos añadir las ventajas existentes para nuevas altas a través de la tarifa plana, que durante el primer año queda en 60 euros mensuales para los 12 primeros meses y bonificaciones del 50 y el 30% durante el segundo año. Estas bonificaciones no son aplicables a un autónomo societario que debe pagar una cuota de 364,22 euros al mes. En este terreno económico, la financiación bancaria también en un punto importante ya que las sociedades suelen tener mayor facilidad para acceder a créditos. En cualquier caso, se necesitarán avales para ello.
A la hora de pagar impuestos debemos asumir que el autónomo tributa por el IRPF, impuesto progresivo que con grandes beneficios aplica un tipo más alto que el del impuesto de sociedades. Esta ventaja solo adquiere valor si la sociedad recibe el retorno de esos beneficios como patrimonio. Si vas a incluir en tu declaración todos los beneficios y estos son altos puede que salgas perdiendo.
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